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La senadora, ahora ex priista, María Elena Orantes López se declaró independiente porque -como ella mismo dijo en corto a alguien de su mucha confianza- “no soy pendeja”. Y con este lenguaje folklórico, más tardó en declarar que meditaba aceptar el ofrecimiento de la izquierda –una corriente, para ser precisos- a través de Ricardo Monreal para convertirse no en la pre sino en la candidata oficial a la gubernatura de Chiapas por el PRD que, ser palomeada por Andrés Manuel López Obrador.
La renuncia de Orantes López al PRI ha causado polémica, mucha bulla. La sorpresa estaba ya anunciada pero no soltaba declaración abierta hasta que no tuvo el acercamiento con AMLO, o, mejor dicho, "acuerdos" ahí sí cupulares con perredistas "cazadores" de buen peso y de buen ver hacia a las y los que utilizarán para la próxima contienda del 1 de julio.
Empezaron a hacerle propuestas políticas indecorosas y las aceptó pero no sola sino con el respaldo de mujeres de todos los niveles sociales, políticos, económicos, sociales, indígenas, profesionistas, empresarias, lideresas de organizaciones, en fin.
Con esta decisión la todavía legisladora federal tiene tomado por los cuernos a los medios de comunicación porque en éstos locales y nacionales de forma gratuita se ha ganado la publicidad gratuita. No es para más que una salida de una importante priista cause que los ojos del priismo esté sobre ella y hasta los reojos de otros colores partidistas.
En hora buena. Ahora espera que la revolución le haga justicia. Mientras tanto ya ha dado de que hablar. Así sea.
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