sábado, 26 de enero de 2013

Cortesía del caricaturista de sátira política Arcadio Acevedo

Imágenes integradas 1
CRÓNICA AGUADA / Elfego Nagularí
1. La radio es una pichancha hertziana, optimista cuando las monedas cantan, sorda y ciega y muda cuando las pepitas de oro callan.

La radio, es una regadera por cuyas múltiples boquillas manan las palabras  ininterrumpidas, imparables. Es una catarata de chorros etéreos con intenciones varias.

Le hago la manoletina  a unos cuernos de San Cristóbal. El Respetable me premia con una taza de café. En el vetusto aparato suena el locutor con voz primermundista: "Ramón Aguirre,  director general del Sistema de Aguas del Distrito Federal, destacó el hallazgo de un acuífero profundo en un pozo hidráulico de San Lorenzo Tezonco, en Iztapalapa". El subterráneo mar de dulces aguas, podría abastecer al monstruo sediento hasta por cien años.

(Si acaso el hidráulico, presunto y solititío lector lo ha olvidado: Iztapalapa es la nación tribal,  enquistada en la galaxia defeña, tierra natal del Cristo vernáculo, hijo único de la diosa Polución, que resucita y muere anualmente en cuerpo distinto, para redimir las finanzas delegacionales y evitar que los cepos católicos y el sol azteca declinen en lontananza.

Es la jungla donde los chimuelos perros callejeros comen carne de león y, cuando las necesidades de los políticos y/o criminales arrecian, mastican las piedras de la ingenuidad, devoran señoras "ya macizas" con todo y medias, adultos sin tacones pero con hemorroides, mocetones y párvulos con todo y biberón y mochila al hombro).

VENERO MILAGROSO
La más reciente "renovación" de la (voraz) plantilla de mandatarios (termitas) es la clave de las soluciones por las que durante siglos han clamado los moradores del país, (con las tripas pegadas al espinazo y la esperanza revuelta con la más rabiosa desesperación), parecen decirnos.

Las instantáneas pavorosas hay que enterrarlas en el mediático cascajo multicolor (menos negro), es la consigna. Las postales rosadas hay que forzarlas a aletear, mandarlas a volar después de inflarlas a bombazos de optimismo oral y alegres materiales.

El depósito, presuntamente inagotable en diez décadas, por lo  menos, aún no orina una gota y ya ha fertilizado el campo del oportunismo. Como nucú en temporadas no muy añejas, brotan los niños Fidencio.

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