lunes, 2 de marzo de 2015

Jesús se reveló a sus discípulos II domingo de cuaresma – Ciclo B


(Marcos 9, 2-10) “En aquel tiempo, Jesús tomó a parte a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos a un monte alto y se transfiguró en su presencia. Sus vestiduras se volvieron esplendorosamente blancas, con una blancura que nadie puede lograr sobre la tierra. Después se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús. Entonces Pedro le dijo a Jesús: ¡Maestro que a gusto estamos aquí! Hagamos tres chozas, una para ti, una para Moisés y otra para Elías…” 
En esta segunda etapa de la cuaresma, el Evangelio nos narra el relato de la transfiguración de Jesús, se trata de una nueva teofanía donde Jesús se manifiesta a los discípulos. Este acontecimiento lo van a contemplar los discípulos, justo entre el primer y el segundo anuncio de la pasión y resurrección de Jesús. 
Sólo Pedro, Santiago y Juan, tienen el privilegio de compartir un momento de gloria con su Maestro Será en la montaña (encuentro con Dios), donde vivirán “una probadita” de lo que sería el gozo de la pascua. A estos tres discípulos, Jesús los llamará más tarde para compartir su agonía en el monte de los olivos. Van a experimentar dos episodios: uno de gloria y otro de sufrimiento. La página de esta narración está cargada de imágenes simbólicas: la montaña, la nube, la luz; además dos personajes dotados de autoridad: Moisés y Elías. La ley judía pedía que se comprobara un hecho mediante dos testigos, además, estos son dos personajes del Antiguo Testamento que representan la ley y los profetas. Por otra parte, Pedro, logra expresar sus sentimientos: “Qué bien se está aquí…” palabras casi egoístas y sin saber lo que pasaba a su alrededor. Lo que ocurrió en el bautismo de Jesús, se repite nuevamente aquella voz divina: “Este es mi Hijo amado; escúchenlo” Jesús es el profeta al que todos han de escuchar y obedecer. 
Marcos, nos propone una reflexión para nuestra vida cristiana, aceptar la cruz es el único camino para experimentar la gloria. En la medida que logremos entender la cruz, la pasión y muerte en nuestra vida terrenal, lograremos entender la vida y la resurrección y viceversa. Podemos correr el mismo riesgo que experimentó Pedro, que quería una gloria que no tenía que ver con el Evangelio, buscaba ahorrarle el camino cruz a su Maestro. Algunas veces nos es más fácil acomodarnos a una vida religiosa acomodada a nuestros intereses y hacer a un Dios a nuestra manera. El Dios de Jesús, pide a quien le quiera seguir que camine con él y como él, aceptando la lógica de la cruz para llegar a ver la gloria. 
No hay momentos de gloria sin cruz
Así como Pedro, Santiago y Juan, hoy el Señor me llama en esta cuaresma a encontrarme con Él, como un momento privilegiado, de corazón a corazón. He de evitar el error de Pedro, que buscaba evadir el camino de la cruz. Es muy cómodo, querer olvidar el pasado cargado de dificultades e ignorar el futuro lleno de problemas.
Ayúdame Jesús a no perder la brújula para no detenerme en el camino con la ilusión de haber encontrado con un cristianismo fácil de vivir mi fe, vacía y mediocre. Te agradezco Señor Jesús, porque con el pasaje de la transfiguración, aprendo que para vivir la gloria y la resurrección que me espera, he de pasar primero por la cruz, y por algunos viacrucis. 

Osvaldo Pulido R. (sacerdote)  

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