El senador por Chiapas, Roberto Albores Gleason, informó de la solicitud a la Secretaría de Salud para que mejore la promoción de los programas de planificación familiar y anticoncepción.
Lo anterior, debido a que según datos del Consejo Nacional de Población, cada año en México cerca de un millón de embarazos corresponden a madres adolescentes, equivalente al 27.6 por ciento del total.
El senador Albores precisó que en Chiapas, según la CONAPO el mayor porcentaje de embarazos no planeado o no deseado se encuentra entre las mujeres de 15 a 19 años de edad con 51.5%.
Puntualizó que la fecundidad adolescente y las condiciones biológicas, sociales y económicas en las que se producen los nacimientos en esas edades, suelen implicar alto riesgo, como complicaciones durante le embarazo e incluso la muerte tanto para la madre como para el bebé.
Albores Gleason refirió que la proporción de mortalidad materna, en las mujeres menores de 20 años, es de 59.3 defunciones por cada cien mil nacidos vivos.
Subrayó que persisten rezagos importantes en el uso de métodos anticonceptivos, particularmente en el grupo poblacional de adolescentes y jóvenes, así como entre aquellas personas que habitan en zonas marginadas, rurales o indígenas.
Indicó que según el informe de la CONAPO la mitad de mujeres de Chiapas tuvo su primera relación sexual en la adolescencia; sin embargo, el uso del primer método anticonceptivo es hasta cinco años después.
Por lo que la planificación familiar requiere de estrategias y acciones, así como la promoción y acceso a los métodos anticonceptivos adecuados para las mujeres y parejas, ya que es esencial apoyar la autonomía y bienestar de las mujeres, en beneficio de su salud sexual y reproductiva, destacó.
Albores Gleason relató la historia de Susana, un joven de 16 años del municipio de Amatenango de la Frontera, quien tras ser madre tuvo que abandonar la escuela y apoyar a las tareas del hogar, ya que sus dos padres trabajan y ella no cuenta con ayuda para mantener y cuidar a su hija.
Por lo que exhortó a unir esfuerzos para fortalecer los programas de prevención de embarazos en adolescentes, así como estrategias para que los jóvenes valoren su condición y no trunquen su preparación por un embarazo no planeado, afectando su formación profesional y la mejora de calidad de vida de sus familias.