Los medios
de comunicación deben contribuir al desarrollo
“En aquel tiempo, llamó Jesús a los doce, los envío de
dos en dos y les dio poder sobre los espíritus inmundos” Mc 6, 7-8
Mons.
Rogelio Cabrera López
Ya, desde hace
varios años, se ha reflexionado en torno a los medios de comunicación, como
aquellos instrumentos que contribuyen al bien de la sociedad.
La Iglesia, ha
hecho constantemente, afirmaciones favorables
en torno a los medios de comunicación, poniendo también en alerta. No
debemos olvidarnos que son “medios” y no fines; que contribuyen en mucho para
que una sociedad se desarrolle, pero donde no se saben utilizar, pueden crear,
paradójicamente, deshumanización.
Precisamente, la
fe y la revelación de Dios, son comunicación constante de parte de Dios que
habla y que espera la respuesta de fe del hombre y de la mujer de cada tiempo.
Por eso, se afirma, que la evangelización es comunicación de la Buena Nueva.
Todos estamos llamados a crear
comunicación favorable, que pueda transmitir lo que ennoblece al hombre.
Todos debemos
usar críticamente todos los medios, la prensa, la televisión, la internet, etc.
Hay que estar más atentos cuando las empresas de medios sean más poderosas, ya
que tiene mayores posibilidades de influir en la opinión pública y en los
comportamientos morales.
Los medios de
comunicación deben estar abanderados por la verdad que lleva a la justicia. El
Papa Benedicto XVI en su encíclica Caritas in Veritate ha tocado el tema de los
medios de comunicación, y afirma al respecto: “El desarrollo tecnológico está
relacionado con la influencia cada vez mayor de los medios de comunicación social. Es casi imposible imaginar ya
la existencia de la familia humana sin su presencia. Para bien o para mal, se
han introducido de tal manera en la vida del mundo, que parece realmente
absurda la postura de quienes defienden su neutralidad y, consiguientemente,
reivindican su autonomía con respecto a la moral de las personas. Muchas veces,
tendencias de este tipo, que enfatizan la naturaleza estrictamente técnica de
estos medios, favorecen de hecho su subordinación a los intereses económicos,
al dominio de los mercados, sin olvidar el deseo de imponer parámetros
culturales en función de proyectos de carácter ideológico y político. Dada la
importancia fundamental de los medios de comunicación en determinar los cambios
en el modo de percibir y de conocer la realidad y la persona humana misma, se
hace necesaria una seria reflexión sobre su influjo, especialmente sobre la
dimensión ético-cultural de la globalización y el desarrollo solidario de los
pueblos.
Al igual que ocurre con la correcta gestión de
la globalización y el desarrollo, el
sentido y la finalidad de los medios de comunicación debe buscarse en su
fundamento antropológico. Esto quiere decir que pueden ser ocasión de humanización no sólo
cuando, gracias al desarrollo tecnológico, ofrecen mayores posibilidades para
la comunicación y la información, sino sobre todo cuando se organizan y se
orientan bajo la luz de una imagen de la persona y el bien común que refleje
sus valores universales. El mero hecho de que los medios de comunicación social
multipliquen las posibilidades de interconexión y de circulación de ideas, no
favorece la libertad ni globaliza el desarrollo y la democracia para todos.
Para alcanzar estos objetivos se necesita que los medios de comunicación estén
centrados en la promoción de la dignidad de las personas y de los pueblos, que
estén expresamente animados por la caridad y se pongan al servicio de la
verdad, del bien y de la fraternidad natural y sobrenatural. En efecto, la
libertad humana está intrínsecamente ligada a estos valores superiores. Los
medios pueden ofrecer una valiosa ayuda al aumento de la comunión en la familia
humana y al ethos de la
sociedad, cuando se convierten en instrumentos que promueven la participación
universal en la búsqueda común de lo que es justo.” (73)
La libertad en el uso de los medios de
comunicación es expresión de madurez de una nación. Cuando se limita, es porque
existe el temor de que alguien diga la verdad. Los pastores tienen la obligación moral de usar
los medios de comunicación con el único fin de dar a conocer el evangelio y sus
implicaciones para la vida personal y comunitaria.